¿Qué es la crianza consciente?
La experiencia de maternidad que descubrí a través la búsqueda, embarazo, parto y crianza de Mayor, y después a través del Peque, ha sido, es y será brutal. A todos los niveles. Con una intensidad muy muy difícil de describir.
Como explico en el apartado «Mis Ideas«, sin buscarlo ni conocerlo terminé descubriendo que mis ideas estaban muy próximas a los que se denomina crianza natural, con apego, respetuosa, consciente... No fue algo premeditado. De hecho, primero llegaron los sentimientos, las sensaciones, la intensa sensación de ser mamífero, y después llegó la terminología. Por cierto, una terminología que no me apasiona, pero que he acabado usando a diario ya que es muy descriptiva.
¿Qué es la crianza consciente?
O, al menos, ¿cómo la entiendo yo? ¿cómo la siento?:
1.- Mi punto de partida es la visión no adultocentrista del mundo. Creo que este es un punto de disidencia muy grande con respecto a la sociedad, ya que absolutamente todo está organizado en torno a la supremacía del adulto, en el que el niño es un ciudadano de un nivel muy inferior, al que sólo se le conceden ciertos derechos en tanto en cuanto al adulto le vengan bien.
Cuando cambias de planteamiento, cuando sitúas los sentimientos y necesidades de los niños al mismo nivel que las tuyas, todas las normas y convencionalismos que hasta el momento habías conocido se desmoronan. Descubres un mundo nuevo en el que casi todo es posible. Digo «casi» porque es un ejercicio diario de nadar contra corriente y aunque es motivador, no es nada sencillo.
2.- Derivado de lo anterior, a mi me llegó el reconocimiento de que no soy omnisciente por el mero hecho de ser adulto.
[Tweet «Ser adulto no me convierte en un ser perfecto que mis hijos deban adorar.»]
No lo sé todo, no tengo todas las respuestas, de hecho gran parte del tiempo no sé qué hacer. Ni siquiera soy fuerte físicamente, simplemente tengo más años que mis hijos, más vivencias, y (algo) más de cabeza. Mis hijos y yo estamos aprendiendo. A distintos niveles, obviamente, pero estamos en consciente crecimiento.
3.- Reconocer que todos merecemos que se respeten nuestras emociones y necesidades me ha llevado a ser consciente de hasta qué punto tengo limitaciones, no sólo carencias de herramientas emocionales para afrontar ciertas cosas, sino también de la gran mochila que transporto con todas las experiencias atesoradas hasta el momento, muchas de ellas originadas en mi propia infancia. Esta introspección no ha sido fácil pero sí muy necesaria.
4.- Observar a mis hijos sin prejuicios ni presiones externas me ha permitido dejarme guiar por mi instinto más primario, ese que todos tenemos por ahí, adormecido en algún lugar. Una sensación que a menudo es como un huracán, que no siempre me produce paz, sobre todo por la confrontación (nuevamente) que se produce con los convencionalismos… pero en definitiva una sensación inevitable ya que para mi no ha sido una elección entender la maternidad y la crianza de esta forma.
5.- Entender que no hay un camino trazado que todos debamos seguir, que no es obligatorio hacer lo que hace todo el mundo, que tengo mucho que aprender de mis hijos, que no tengo todas las respuestas… me ha llevado a sentir una gran ansia de conocimiento. Quiero saberlo todo, todo y todo. No tengo miedo a informarme, no tengo miedo a descubrir que he estado haciendo algo mal o a afrontar una materia totalmente desconocida que nadie sabe dónde me llevará. Los descubrimientos a veces no son fáciles, no apetecen, a veces te caen como una losa encima porque te hacen verte de nuevo frente a frente con tus propias carencias pero a mi al menos me da mucha satisfacción profundizar en lo que es el gran proyecto de mi vida.
No tengo ni idea de si existe una definición oficial de crianza consciente. Pero al menos así es como la entiendo yo, para mi la crianza respetuosa se basa en estos cinco puntos.
Nuestra crianza es consciente porque parto de la reflexión sincera sobre mi misma y de la observación profunda del día a día de mis hijos. Así, con toda la información en la mano, con el menor número de prejuicios e influencias externas posible, trato de tomar las decisiones que creo que son más adecuadas. Y, claro, a menudo me equivoco. Pero liberada ya de la presión de ser perfecta a ojos de todo, incluso de los míos (normalmente, los más duros), seguir aprendiendo es posible. Porque, en definitiva, la crianza consciente es seguir creciendo, seguir aprendiendo, estar abierto a la increíble experiencia que la maternidad nos brinda.
Foto | Pixabay (editada)
Me quito el sombrero contigo. Estoy totamente de acuerdo con tus acertadas palabras, como siempre. No conozco otra persona con la que conecte tan bien lo que vivo y siento con mis hijos. :-*
Muchas gracias Raquel, te agradezco mucho que me hagas sentir acompañada.
Qué profunda estás hoy. He tenido que leerlo dos veces porque ahora mismo estoy algo espesa. XD
En general estoy de acuerdo con esos cinco puntos, aunque debo admitir que algunos de ellos me resultan difíciles…
Bueno, es que la crianza consciente es muchas cosas, pero fácil no es una de ellas 🙂
Me encanta como lo explicas, y que se más allá de terminologías (aunque al final las usemos porque las cosas necesitan explicarse con palabras) estoy tan de acuerdo con todo, sobretodo lo del mundo adultocentrista, lucho mucho contra eso, porque me parece tan injusta la discriminación por edad como cualquier otra y por las etiquetas que una y otra vez quito de encima de mi criatura solo por tener 1, 2 o 3 años.
Me alegra tanto leer opiniones así, y ver que muchas, muchísimas estamos criando una generación basada en el respeto, a ellos mismos y en consecuencia a su entorno y a los demás.
Hola! soy nueva en este blog, lo descubrí por casualidad ayer y he leído varios post, me he decidido a comentar, porque me ha resultado muy curioso, veo cierto planteamiento «mindfullness» en este artículo y tengo que reconocer que me gusta la teoría, pero al mismo tiempo he de admitir que la práctica ya es otra cosa, es ciertamente dificil, al menos en mi caso, intentar ser menos crítica con las acciones que cometemos al educar a nuestros hijos, ya que como bien dices los convencionalismos y nuestra experiencia vital es una mochila muy cargada que nos influye en todo.
Me gusta tu post, veo que está escrito desde la humildad y con una carga de amor hacia tus hijos, el entorno y la vida en si desbordante. Tomo nota y me voy a animar a intentar seguir un poco tus «consejos» .
Gracias por el post, de verdad.
¡Hola!
Estoy muy de acuerdo con tu planteamiento. Hace nada escribía yo precisamente sobre lo poco que me gustan los apellidos «con apego», «natural» y demás, a pesar de que tengo que reconocer que en general coincidimos en casa con la filosofía de este tipo de planteamientos. Pero igual que en tu caso, llegamos a ello desde el interior, porque eran el tipo de cosas que nos pedía el cuerpo. No obstante, intento evitar utilizar esa terminología porque entiendo que todo el mundo cría con apego a su manera, o con cierta consciencia de más o menos profundidad según el caso.
En cualquier caso, coincido en tu interpretación del término y me gusta particularmente esa necesaria aceptación de que inevitablemente hacemos cosas mal, que tenemos que aprender constantemente… Está claro que no podemos decirle a nadie que no es «consciente» de que es madre o padre, todos vivimos una experiencia consciente a nuestra manera, pero la diferencia es que no todo el mundo hace este tipo de reflexiones, no todo el mundo rasca más allá de la superficie, a veces quizá porque las circunstancias personales no permiten preocuparse por nada más que la mera supervivencia o el salir adelante del día a día.
En fin, que me ha gustado mucho la entrada 😉
¡Un saludo!
Un abrazo Enrique, es realmente un gusto poder compartir estos planteamientos con otros papás.
Pingback:A contramarcha #yoviajoseguro – Papá llega tarde