Elegir las batallas que queremos librar
Hace ya bastante tiempo una psicóloga me dio un consejo que me vino fenomenal: hay que elegir las batallas que uno quiere librar.
Es un consejo aplicable a la vida, en general. Siempre he sido muy Quijote, doña Erre que Erre. No he podido nunca con las injusticias, con las cosas mal hechas, era incapaz de conformarme con lo que no me gustaba. Esa actitud ante la vida me hacía ser perfeccionista, exigente conmigo misma (y con los demás mucho más, claro), luchadora, incansable… Valores que creo que están muy bien y que son deseables pero también me producía un nivel de estrés muy elevado y me impedía disfrutar como lo hago ahora. No es que ahora haya cambiado en mi esencia, porque sigo siendo todas esas cosas, sólo que ahora fluyo con la vida y solamente peleo por aquello que realmente pienso que merece la pena. Lo demás me resbala completamente y ya no me afecta. Parecerá una tontería, pero esa nueva forma de afrontar las cosas a mi me ha cambiado la vida.
Encuentro que elegir las batallas que uno quiere librar es un excelente consejo sobre cómo afrontar la crianza de los hijos. En general, con cualquier tipo de niños. Pero si además tienes niños tozudos, decididos, inquietos, rebeldes como son los nuestros, más aún.
Yo podría estar discutiendo desde la mañana hasta la noche con ellos. Que si no saltes en el sofá, que no pises con los zapatos de la calle, cómete el desayuno, no te limpies en la ropa, lávate los dientes… Mis hijos no son colaboradores. Necesito grandes dosis de psicología con ellos. Y, como digo, podría convertir cada pequeña acción diaria en una lucha. De hecho, a veces, cuando me preguntan qué tal digo «aquí, en la lucha». Se me escapa.
[pullquote]Aunque a veces se me olvide y pierda los estribos, intento aplicar a rajatabla seleccionar muy bien qué batallas son las que quiero librar en la crianza de mis hijos.[/pullquote]Hay tres o cuatro cosas por las que no paso y son en las que me centro. En lo demás intento aplicar toda la mano izquierda de la que soy capaz y evitar enervarme cuando las cosas no salen como yo quiero.
A menudo ocurre que cuando libramos una batalla constante por cada una de las pequeñas cosas de la crianza de nuestros hijos que no nos gustan terminamos enrareciendo el ambiente hasta cotas insoportables. Estamos todos irritados, constantemente saltando por cosas pequeñas, enfadados de modo permanente. En cambio, cuando eliges las cosas que verdaderamente son importantes y el resto lo conviertes en paja, el ambiente mejora increíblemente rápido. Y en un ambiente positivo y relajado hasta los niños más complicados resultan más fáciles de llevar.
Anoche hablaba sobre este tema como una amiga y coincidíamos las dos en que funciona muy bien. ¿Estáis de acuerdo? ¿Intentáis aplicar esta filosofía?
Foto | sheknows
Por supuesto que aplicamos esa técnica, porque con tres peques tan pequeños si no lo hago estaríamos todo el día a la gresca.
Todo va también en función de temporadas, recuerdo que mi niña mayor tuvo una época de rabietas terrible en que la emprendía por cualquier cosa. Ahí teníamos que tener mucho cuidado con qué le exigíamos porque podíamos encadenar una rabieta sin fin de la mañana a la noche. Ahora que ya hemos pasado esa época, podemos trabajar otros aspectos de manera más relajada.
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Totalmente de acuerdo, tengo claro que no voy a conseguir de mis hijos todo lo que quiero y para evitar que la vida sea un conflicto continuo bajo el listón y la verdad, mucho mejor. Si hace unos años me dicen que mi actitud iba a ser esta no lo habría creído, pero el que mucho abarca poco aprieta ¿verdad? Un abrazo, Pilar
Eso pienso yo, al menos, y me va bastante bien!
Pues menos mal Silvia, porque a veces se pasan etapas de discutir por todo y es extenuante.
No sé qué decir… está claro que es un consejo estupendo y muy razonable, con beneficios para toda la familia, pero yo llevo años intentando ponerlo en práctica y no me sale. Un día sí, puede que dos, pero más no.
Me encantaría ser de esas madres súper cariñosas, relajadas y firmes a la vez, que no gritan, que no se estresan y que no saltan cada vez que sus hijos se limpian en su pantalón o rompen algo. Pero no lo soy. Ayer el pequeño vació mi joyero en el wc y bueno, no reaccioné de manera muy relajada.
Bueno, yo tampoco hubiera reaccionado relajadamente! Es normal! pero es que eso es algo bastante gordo, no? Yo me refiero a no estar toooodo el día batallando por cosas que muchas veces son banales, qué se yo, porque se quiera poner botas de piel con un chandal o porque no se quiera lavar los dientes.
Me parece muy coherente. Yo la estoy llevando a cabo con mi hijo y por ahora nos va bien.
Esa recomendación nos la dió nuestro pediatra cuando mi hijo tenía 9 meses y empezamos con el no y el hacerse el sueco. Me dijo: tienes que elegir qué cosas son un NO rotundo y en eso, ser estricta. El resto de las cosas, hablarle, explicarle, pero el niño no puede vivir escuchando no.
Y luego lo extrapolamos a otras cosas, hay muy pocas cosas con las cuales soy estricta, una de ella es pegar. No puede pegarme, ni a nadie. Si pega ahi soy muy estricta. Por suerte, ha bastado con ponerme así unas tres veces para que no lo hiciera mas.
Ahora está en la etapa de subirse a todo y ver el mundo desde las alturas, con algunas de sus acrobacias soy muy estricta y con otras no. Con que se ponga de pie en la cama por ejemplo soy muy estricta, porque no tiene estabilidad y me da miedo que se rompa la cabeza. A ver que pasa cuando crezca…
Me parece coherente todo lo que decís, yo también me he descubierto siendo más flexible de lo que pensaba que sería, porque al final no puedes estar continuamente prohibiendo y negando. Cuesta, pero es verdad, al final si te lo propones eliges los «no-rotundos» (por seguridad, por principios o por lo que sea) y el resto… depende del momento. Como la mía aún es pequeña, no llega a los dos años, pues por ahora hago como que no lo he visto o le digo que no lo haga pero busco algo diferente con lo que distraerla para no convertir el día entero en una batalla campal. Supongo que cuando crezca me costará mucho más, y seguro que con más de un niño la cosa se multiplica exponencialmente.
Al hilo del tema, por aquí habláis poco de vuestras parejas, debéis tener unos soles 😀 pero yo personalmente intento usar esta «técnica» también con él (aunque cuesta muchísimo): elijo las batallas que no pueden esperar y otras pequeñas cosas que me molestan intento sólo dejarlas caer o dialogarlas con tranquilidad (porque creo que guardármelas tampoco es bueno).
Yo con mi marido tengo manos izquierda, para qué negarlo 🙂
Si con tres veces te ha bastado me quito el sombrero, mejor no te cuento el caballo de batalla que tenemos aquí con ese tema…
No puedo estar más de acuerdo. Me di cuenta el día que mi hijo mayor, con tres años y medio en aquel momento, una mañana de especial rebeldía y lentitud por su parte y riñas y enfados de mi lado, llegando al aparcamiento de su colegio a las 8,45 h rompió nuestro silencio crispado: «¿Ves Mami? No ha pasado nada, hemos llegado pronto, no quiero que nos enfademos por la mañana». Quise morir de vergüenza al pensar en la guerra recién vivida… No todo vale un berrinche, guardémoslos para lo realmente importante ;).
Madre mía, me ha erizado la piel. A veces parece que sólo piensen en ellos mismos pero son plenamente conscientes de nuestro estado de ánimo, lo que pasa es que, aún así, son niños. Simplemente.
Eso es…
Wooooww, a veces nos dejan clavados, verdad?
Que filosofía más sencilla y a la vez tan eficaz. Para mi es parte de la base de mi filosofía materna que empleo con mis fieras. Y que razón tienes cuando mencionas el ambiente enrarecido y tensó que queda tras estar con el no hagas, no esto no lo otro y tu tono no es el neutro sino todo lo contrario, gritos por doquier. No ganamos batallas a gritos, perdemos más de lo que pensamos de ese modo. Yo elijo las batallas y soy testaruda y firme si es necesario, hay cosas que no debemos consentir y ahí solo me permito un tono más autoritario. Muchas personas me llaman pasota y después protectora… Yo lo veo como ser selectivo y invertir fuerzas en aquello que realmente es necesario para todos.
Pues la verdad es que yo soy un poco como tú antes, intento abarcarlo todo y no llego. Me gusta tu filosofía y creo que la voy a adoptar. Ayer, sin ir más lejos mi hijo rompió la caja del jarabe que está tomando (le sacó las dos tapas) y yo le decía que lo dejara, que lo estaba rompiendo… pero luego, se tiró casi media hora jugando a pasar la botella a través de la caja rota, como si fuera un tren por un túnel. Vale, rompió la caja ¿y qué? a cambio se inventó él sólo un juego y se lo pasó divinamente.
Inténtalo, de verdad que cuando le coges el tranquillo se vive mucho mejor!