Fin de curso escolar 2020: un final triste e incierto
Este viernes llega el fin de curso escolar 2020, al menos para Primaria en la Comunidad de Madrid.
Este es un post complicado de escribir porque tengo tantísimos sentimientos acerca de lo sucedido en estos tres meses que es difícil poner orden en ellos.
9 de marzo: el principio de la pesadilla
Difícilmente vamos a poder olvidar el 9 de marzo de 2020, lunes.
Estábamos terminado de hacer la cena y poner la mesa cuando la Presidenta de la Comunidad de Madrid anunció que se cerraban colegios, institutos y universidades a partir del miércoles.
No puedo decir que nos pillara del todo por sorpresa. Al menos entre mi círculo de conocidos y amigos era un runrún constante desde finales de febrero. Tema de conversación habitual cada tarde y preocupación creciente entre familias.
De modo que el anuncio nos pilló más o menos mentalizados. El cierre de colegios en Madrid era algo que dábamos por hecho que sucedería y, de alguna forma, hasta nos parecía prudente.
Ojo, mentalizados con respecto al cierre en sí, no de todo lo que estaba por venir. Porque todo lo que ha venido después ha sido tan brutal que no creo que nadie pudiera imaginarlo ni por lo más remoto.
Comienzo del tele colegio
No sé si llamarlo tele colegio, docencia virtual, docencia a distancia…
Yo le tenía muy poca fe. Pero poca, poca.
No creía que se pudiera continuar el ritmo ni por asomo.
Y sinceramente no me preocupaba mucho. Entre otras razones porque los niños aquel martes 10 de marzo de 2020 se despidieron para volver en 15 días.
Empezó el tele colegio y yo pensé: «bueno, haremos lo que se pueda en estos 15 días y ya está, no tiene importancia«.
Por aquel entonces todavía pensábamos que tendríamos un fin de curso escolar 2020 normal, con su fiesta con juegos e hinchables, con sus actuaciones de los alumnos, ¡con su fiesta del agua!
Se había recomendado continuar las actividades educativas a través de las modalidades a distancia y “on line”. Y, como parecía temporal, no se le dio la importancia que tenía.
Sin embargo, los acontecimientos se precipitaron a toda velocidad, se declaró el Estado de Alarma el día 14 y de pronto dejamos de tener futuro.
El confinamiento cayó como una losa sobre nosotros del mismo modo que un aluvión de tareas inconexas nos llegaban por e-mail sin rastro de vida de los profesores.
Sin duda, esas primeras semanas de tele colegio fueron las peores porque también fueron las peores del confinamiento, las peores en cifras, las de mayor miedo e incertidumbre. Pero, sobre todo, de SOLEDAD.
Los niños estuvieron terriblemente solos.
Acostumbrarse a la nueva realidad
Desde luego, el ser humano tiene una superación increíble.
A pesar de la tremenda incertidumbre y soledad de las primeras semanas, las cosas empezaron a rodar.
Incluso en los peor de la crisis de la Covid-19, parecía que todo cobraba una lógica.
En nuestro colegio se instauró la herramienta Microsoft Teams para comunicarse y recibir y enviar tareas. Poco a poco los profesores empezaron a dar señales de vida. El trabajo comenzaba a tener algo más de sentido y… nos acostumbramos.
Conforme fueron pasando las semanas se fijaron videoconferencias varios días a la semana: un día para practicar el inglés, otro día para encontrarse con la clase, otro día para tener un contacto en las asignaturas más difíciles…
Y las cosas empezaron a rodar en una extraña anormalidad pero que tampoco nos parecía ya tan mal.
De hecho, el fin de curso escolar 2020 nos ha pillado en un momento en el que las cosas cada vez funcionaban mejor. Con muchas carencias, pero con más sentido.
De cara al futuro incierto que nos espera es un punto desde el que se podría mejorar muchísimo si fuera necesario continuar o volver al telecole. Por lo menos no habría que partir de cero.
El confinamiento educativo
Me gustaría ser generosa al escribir este post.
Estamos viviendo, TODOS, una circunstancia realmente dura para la que no estábamos preparados. Y cada cual ha reaccionado como buenamente ha podido.
Yo no puedo juzgar por qué algunas personas no han dado la talla porque desconozco qué han vivido en estas semanas.
Es indudable que las instituciones cerraron los colegios y a continuación se olvidaron de los niños.
En una circunstancia como la vivida, lo lógico hubiera sido volcarse en ayudar a la comunidad educativa para, a través de ellos, ayudar a todos los niños. Yo hubiera esperado que un montón de cabezas pensantes se reunieran de urgencia y, poniendo al niño en el centro, hubieran lanzado un plan salvavidas que garantizara el derecho a la educación.
En su lugar hemos oído el cricri del silencio del desierto.
A mi me alucina aún a estas alturas pensar en cómo se montó el Hospital de Ifema en tiempo récord y no se destinó ni siquiera un pensamiento, un minuto de atención, para llevar a cabo un plan para que los niños continuaran estudiando desde casa.
Me queda claro que no lo consideraron importante. Lo principal era salvar vidas, no digo que no. Pero ¿los niños no importaban nada? Casi cuatro meses de colegio a distancia y ni una sola mejora, ni un segundo de preocupación por todo lo que se estaba dejando atrás.
Abandonados a su suerte, han sido los colegios los que se han tenido que apañar con lo que tenían, que ha sido entre poco y nada.
Y, sí, aquí las familias hemos visto de todo. Hemos visto a profesores dejarse la piel dentro de lo que tenían, de los conocimientos de que disponían y de las horas que su día daba de si. Y profesores pasar ampliamente. Ha habido mucha desigualdad en este aspecto. Algunos comportamientos han sido muy tristes y demuestran mucha falta de vocación.
Desde luego, el sistema (más que nunca – si eso es posible – ) ha manifestado que no funciona. Mandar una montaña de ejercicios, de párrafos que copiar, fichas que rellenar, liveworsheets que completar y luego fotografiar, enviar y así hasta el día siguiente.
Resolver una montaña de deberes día tras día ¿se puede llamar enseñar? ¿Esto ha sido aprendizaje? ¿Esto es telecolegio?
Porque toda la materia que se ha dado nueva ha corrido a cargo de las familias, que hemos hecho un esfuerzo brutal haciendo una tarea para la que en absoluto estábamos preparados y que tampoco podíamos asumir. Eso las familias que han podido, porque muchas directamente despidieron el curso ese fatídico 11 de marzo.
Es muy posible que algunas familias hayan descubierto ahora que lo que hacen los niños en el cole es un sistema de aprendizaje más que discutible.
¿Han aprendido algo en estos meses? Yo quiero pensar que mis hijos sí. Pero estoy segura de que muchos se han descolgado aún más.
Y no sólo en lo académico, que al fin y al cabo, en una circunstancia como la vivida, me parece que se puede asumir. En Primaria, siempre repitiendo los mismos contenidos, si este año se han perdido las Comunidades Autónomas y las simple and complex machines, pues mira, ya lo verán el año siguiente. Lo peor es que algunos niños se han descolgado completamente de la vida escolar, de la unidad del grupo, del sentido que tiene la educación.
Supongo que cada cual hará su análisis en este fin del curso escolar de 2020 pero para mi lo más terrible ha sido el abandono de los niños, la certeza de que no se ha garantizado su derecho a la educación de manera efectiva.
Nuestra experiencia con el telecolegio
Nosotros formamos parte de ese nutrido grupo de familias que no vemos la hora de poner fin al curso escolar 2020.
Somos afortunados porque pudimos dotar a los niños de un ordenador a cada uno, para que tuvieran su propio Teams (que no permite multi-usuario).
Incluso, cosas de la vida, habíamos habilitado un espacio de trabajo adicional en el salón apenas unos días antes del estallido de la crisis de la Covid-19. Hasta habíamos comprado unos auriculares, que han usado muchísimo más de lo esperado, y teníamos folios y cartuchos de impresora para pasar el confinamiento. Cualquiera diría que nos habíamos preparado.
Tampoco les ha faltado nuestro acompañamiento, aunque ellos hubieran querido que hubiéramos estado más presentes y más ágiles. Hemos estado en todo momento y no les ha faltado apoyo, ni escolar ni anímico. Hemos sido profesores, psicólogos y motivadores en la medida en la que hemos podido.
Pero, incluso desde nuestra posición privilegiada, ha sido muy estresante. Impartir materia y acompañar en las innumerables tareas que han tenido nuestros dos hijos mayores ha sido, ya de por si, duro. Pero es que, además, al mismo tiempo estaba nuestra Pequeña, que cumplió dos años durante el confinamiento. Atender a los tres al mismo tiempo, cada uno con sus cosas, ha sido un verdadero infierno.
Y, sin embargo, como si tuviéramos síndrome de Estocolmo, sé que lo vamos a echar de menos. Porque, sobre todo durante las semanas más duras, lo único que daba sentido a los días era sacar adelante esa montaña de trabajo.
Y llega el fin del curso escolar 2019-2020
Yo tengo el corazón dividido. Por una parte estoy deseando que se acabe y, por otro lado, el final del curso 2019-2020 me pone muy triste. Porque mis hijos nunca más volverán a cursar Quinto y Segundo de Primaria. Porque el daño ya está hecho y no hay vuelta atrás.
Se acerca el día de despegar de sus armarios el cuadro horario de sus asignaturas y extraescolares y yo me muero de pena.
Nos perdimos actos muy señalados, como el Día de San Isidro, pero pensar que ahora nos despedimos sin más, sin su fiesta del agua, sin salir del colegio cargados con sus cosas, sin la alegría de las despedidas de los compañeros, de correr orgullosos a enseñarnos sus notas, de abrazar a los profes y darles las gracias… No puedo ni pensarlo.
Cada vez que miro su horario lleno de anotaciones, lleno de ilusión en septiembre de 2019, apenas doy crédito a cómo ha terminado apenas unos meses después.
Quizá lo peor ahora mismo sea que el fin de curso escolar 2020 llega con mucha incertidumbre sobre el futuro. ¿Cómo lo ves? ¿Cómo lo habéis llevado?
Hola!
En primer lugar, enhorabuena por tu texto. Está muy bien escrito, lo expresas muy bien y sentí lágrimas en los ojos al leerlo, en serio. Está muy emotivo.
Bueno, yo me siento muy parecida contigo. Y eso que odio el colegio, la educación etc, como ya lo sabes. A principio pensé también que serían 15 días, después un més… Pensé que sería una oportunidad para homeschooling. Pero no fue nada de eso. Fue una experiencia terrible, nefasta, tristísima, deprimente. Termino el curso me sentiendo muy mal como madre porque me gustaría haber ayudado a mi hijo y no pude por el teletrabajo (que es otra historia también). Mi marido estuvo con él y fue muy duro. Hubo momentos de mucha tensión, mi marido no es profesor, no tiene maneras para eso, y solo quiero creer que no haya afectado su vínculo con su hijo.
No creo que mi hijo haya aprendido nada. Para mí fue un año perdido totalmente y él está saliendo como entró. Aún así va a pasar. Creo que más de la mitad de la clase está igual.
Es verdad que es muy triste que ellos no tuvieron su fiesta de final de curso. Mi hijo tiene 3 excursiones por año y debido al covid hicieron una excursión virtual por un museo, que solo presenciaron 3 chicos.
No hubo el día en la finca del colegio para jugar con pistolas de agua como todos los años, tampoco entrega de notas, como bien dices.
Los profesores también vimos de todo. Y da para contar con los dedos de una mano, y sobran dedos, los que se preocuparon con los chicos.
Y eso que tengo solo uno y tengo internet. No quiero pensar en los que tienen más niños y tuvieron que ir por fotocopias en el cole, como supe de algunas familias.
Y ahora viene el próximo curso… Que no pinta nada mejor.
Es muy desalentador. Un abrazo, Mamá Contra Corriente.
Muchas gracias por tus palabras, Alessandra.
Han sido unos meses muy duros, aquí ha habido mucha tensión demasiadas mañanas.
Una pena todo.
Por aquí más o menos igual.
Mi hijo ha hecho tercero de primaria.
También me considero una privilegiada porque en casa teníamos sitio de trabajo y equipos para todos. Mi marido y yo hemos estado trabajando en casa, junto al niño. Así que esa parte bien.
Ahora mismo no estoy nada contenta con cómo lo ha gestionado el colegio: un blog en el que colgaban las tareas que había que hacer y algún enlace a algún vídeo explicando algún tema. Nada de Teams ni vídeo llamadas ni clases online ni nada. Sé que no hay ningún sistema perfecto y que fijar horas determinadas de conexión puede hacer que haya niños que se queden descolgados si no se pueden conectar, por lo que sea, en ese momento. Quizá con el tiempo cambie mi percepción, pero yo he sentido que toda la carga nos la trasladaban a los padres. Y, ojo, que nosotros somos unos afortunados, porque podemos dedicarle tiempo al niño, tenemos formación suficiente para hacerlo y el niño trabaja muy bien y no necesita supervisión en lo académico, más bien para controlar que no se le va demasiado el santo al cielo.
Nos mandaban la tarea semanalmente y a cada profesor había que enviarle la tarea por un sitio diferente, con lo cual tampoco era fácil que el niño se organizara solo. Nos ha tocado a nosotros organizarle el día a día.
Esto ha sido un desastre para todos, padres agobiados, niños hartos, maestros también desbordados… Toda la gente con la que hablo dice lo mismo. Los padres de niños pequeños, los adolescentes… A todos los niños de todas las edades les ha afectado de alguna manera.
Como bien dices, a los niños no se les ha tenido en cuenta para nada. Y es muy triste.
Pienso en mis padres, maestros los dos aunque ya jubilados, y sé que cambiar de la noche a la mañana de método de enseñanza les habría supuesto más de un quebradero de cabeza.
Y ya, por último, y como algo totalmente personal, me ha entristecido mucho comprobar (tenía la sospecha, pero ahora se ha confirmado) que mi hijo se aburre soberanamente, que los contenidos se le quedan muy cortos, y que el método de trabajo tan rutinario (ejercicios y más ejercicios) le supone un suplicio.
En fin, a ver cómo encaramos el próximo curso.
Ay, Marta, suscribo todo lo que has dicho.
No sé cómo ha sido vuestra experiencia anterior a esto, nosotros ya sabíamos de antes que el tema deberes era un calvario, por aquí hemos pasado algunos años terribles con el Mayor y ahora estamos en pleno apogeo del Mediano. Que este sistema ya cojeaba pero es que ahora ha hecho aguas totalmente.Y, eso, insistiendo, en que somos afortunados, que como tu dices tenemos nivel académico y nivel de inglés para poder acompañarles, etc… no quiero ni pensar en otras casas.
Pues mira, dejando claro que por supuesto en el terreno educativo ha sido todo como dices, lo que más me ha dolido es que los niños no han recibido ni un segundo de atención ni de pensamiento por parte de las autoridades, no solo en cuanto a la educación, sino en todo. Ha sido como si no existieran, no contemplar sus necesidades más básicas, ha sido muy doloroso ver como los perros han estado por delante de ellos. Yo de eso no me olvido ni lo voy a digerir jamás.
Sí, a mi también ha sido lo que más me ha dolido. Y es lo que más me preocupa de cara a lo que está por venir.
(Por supuesto que yo tampoco olvido ni lo voy a perdonar, por desgracia tengo muy buena memoria)