Cuando los insoportables no son los niños, sino tú

Es fácil culpar a los niños. Incluso cuando uno cree practicar una crianza respetuosa, es fácil caer en estereotipos: el mundo adulto está bien, los niños se portan mal. ¡Este mundo es puramente adultocentrista!

Pero qué pasa cuándo te das cuenta de que la mayoría de los días  los insoportables no son los niños, sino tú.

Y no me refiero a ver la paja en el ojo ajeno. Porque en el parque es fácil ver a esos padres sin ganas, sin motivación, pegando, dando gritos, insultando… Ya sabéis, esos padres a los que sus propios hijos les resulta un coñazo y no tienen ni ganas de disimularlo. Ahí es fácil darse cuenta de que el problema no son sus hijos sino su apatía, su desidia, su falta de atención, sus propias sombras. Ahí es fácil crecerse y pensar, uy, yo lo hago mucho mejor.

Pero no me a eso, me refiero a uno mismo. Que eso sí que es difícil.

Mirarse por dentro y reconocerse vulnerable, imperfecto. Cuando eres consciente de que el día ha salido mal no porque tus hijos se hayan portado fatal sino porque tú no has sabido estar a la altura.

A mi cada vez me pasa más. Y no es que quiera disculpar a mis hijos, en absoluto. Soy partidaria de que cada uno asuma su responsabilidad, incluso los más peques.

¿Los niños son insoportables?

Pero analicemos la situación:

  • Que los niños alboroten es normal. Sí, es insoportable en una casa, sobre todo cuando es diminuta, pero es normal. Lo que no es normal es pretender que un niño pequeño se pase una tarde entera en casa mirando al infinito como una ameba. Cuando pasamos una larga temporada en casa porque hace frío, llueve o porque estamos malos, los niños se suben por las paredes. Pero esto no les convierte en insoportables aunque la situación para un adulto sí lo sea. De hecho, lo normal en un niño es saltar, correr, gritar, reírse a carcajadas, llorar y trepar. Que dentro de un piso sobrepase los límites de la paciencia de un adulto no es culpa suya.
  • Que los niños no obedezcan o que tengan comportamientos inadecuados es parte de su aprendizaje. Cada vez tengo más claro que los seres humanos somos extremadamente complejos y nunca dejamos de aprender. ¿En serio podemos pretender que nuestros hijos sean perfectos? ¡Pero si ya lo son! Su capacidad de aprendizaje es infinita, su bondad, esa habilidad tan maravillosa de hacer de cada día algo nuevo, olvidando lo que haya pasado el día anterior, por malo que haya sido. El aprendizaje de los niños es fascinante. Y deberíamos valorar la oportunidad que nos ha brindado la vida de acompañarles mientras descubren el mundo.
  • Que los niños tengan problemas, es la vida, simplemente. Basta con mirar un poco alrededor. En todas las casas pasa algo. Hay niños que tienen problemas de salud. Más graves, menos graves, llevaderos o no. Niños con dificultades de aprendizaje, niños con problemas de comportamiento, niños tímidos o niños demasiado echaos pa’lante. La vida no es fácil. Ser adulto no es fácil. Afrontar que tus hijos tienen algún problema, no es sencillo. A veces uno quisiera cavar un hoyo y meter dentro de la cabeza, esperando a que todo pase. Pero has llegado a ese punto en la vida en que el adulto eres tú y si tu hijo tiene problemas el que debe ayudarle eres tú, no puedes mirar a otro lado.

Ojo, que los niños tienen días malos. Días en los que están insoportables de verdad. Y cuando son niños demandantes y activos, es más fácil que esto suceda. Pero ¿cuántos realmente? ¿Echamos cuentas?

Cuando la insoportable soy yo

¿Cuánto hace que no te examinas a ti mismo?

Los niños tienen días malos, días en los que están inaguantables, sí. Pero ¿cuántos días de esos tienes tú? Yo os doy mi respuesta: ¡muchos!

Hay días que tengo un miedo terrible al futuro.

Días en los que quisiera no haber crecido para no tener tantas responsabilidades.

Días en los que no tengo ni idea de qué decisiones tomar.

Hay días en los que me encuentro mal y nadie puede relevarme.

Días en los que corro y corro y nunca llego a todo lo que quiero llegar.

Muchos días estoy triste, preocupada, de mal humor.

Hay días en que me siento vulnerable e incapaz de apoyar a nadie.

Días en los que estoy tremendamente cansada.

¿Cómo estoy esos días? Obviamente insoportable. Hay días que a las 11 de la mañana, antes de recogerlos del cole, ya sé que el día va a ir mal. Porque yo estoy mal y no tengo fuerza, ni ganas, ni recursos. Y luego me acuesto por la noche, repaso la tarde con ellos en casa y muchos días me veo a mi misma sacando un cero en el examen que diariamente nos pone la vida. Falta de paciencia, exceso de gritos, falta de abrazos, exceso de ceños fruncidos… ¡Y yo, además, soy el adulto!

Muchas noches cuando nos decimos lo mejor y lo peor del día me doy cuenta de la carga tan grande que pongo encima de los hombros de mis hijos cuando el día malo lo tengo yo pero acaba pareciendo que es culpa suya.

Así que yo al menos estoy intentando hacer ese ejercicio diario: parar, reflexionar, ser humilde y decidir quién tiene realmente un mal día. No vaya a ser que los insoportables no sean los niños, sino yo.

Foto | Donnie Ray Jones en Flickr CC

Mamá (contra) corriente

Este mi blog personal. Hace ya diez años que empecé a escribir sobre la increíble experiencia que la maternidad había supuesto en mi vida ¡y desde entonces aquí sigo!Soy autora del e-book "Cómo lograr un embarazo conociendo tu fertilidad", en el que reúno los conocimientos teóricos y prácticos que necesitas para entender tu ciclo menstrual, interpretar tus signos de fertilidad y utilizarlos para maximizar tus posibilidades de quedarte embarazada.Además de este blog que lees, soy co-editora de Comer con Gusto y autora de otros tres blogs: Pekeleke, mi web de literatura infantil, Miss Cosméticos, mi blog de belleza y Mochilas-Portabebés.es, sobre mochilas ergonómicas.

7 comentarios sobre “Cuando los insoportables no son los niños, sino tú

  • el 13/02/2017 a las 12:42
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    Me ha gustado mucho este post. Yo tengo que hacer un esfuerzo extra al final del día, cuando tanto necesito descansar y solo me queda acostarles. Ahí aflora toda la impaciencia, el agobio acumulado. Y cuando más riesgo hay de irme con un cero a la cama.

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  • el 14/02/2017 a las 11:03
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    Muy sensato el post de hoy. Cargado de razón. Y no sólo pasa en la relación con nuestros hijos, sino también con nuestra pareja, resto de familia y compañeros de trabajo.
    Yo intento ser consciente de esto, y me doy cuenta de cuando voy pasada de vueltas y grito sin motivo. Aunque para nada es fácil controlarse.

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  • el 15/02/2017 a las 17:43
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    Me ha encantado el post, muy buena reflexión. En mi caso, la mayor parte de las veces la insoportable soy yo 🙁
    Con tu permiso, lo voy a compartir en twitter, me ha encantado.

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  • el 15/02/2017 a las 20:37
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    Totalmente de acuerdo, los niños tienen días malos por supuesto, pero yo reconozco que los tengo más frecuentemente.
    De hecho esta mañana cuando me he levantado ya sabía que tenía el día torcido y los pobres ni si quiera se habían despertado y parece que no pero asumirlo y ser consciente de ello ayuda mucho!

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  • el 24/02/2017 a las 10:55
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    Creo que somos muchas las mamis que pensamos que somos «las únicas» que nos sentimos así, pero no es verdad. Es buen ejercicio reflexionar sobre qué te ha llevado a ese mal día y no cargar a otros, a mí me pasa mucho con mi marido… al final las paga él todas aunque no tenga que ver, y el peque es quien probablemente menos culpa tenga y también se lo come. Muy buen post!

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  • el 01/03/2017 a las 15:19
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    Muy de acuerdo con tu post, es cierto que la sociedad es muy adultocentrista y la culpa se le suele echar a las craituras ¡es que nos saben estar quietos! Sin pensar en la falta de paciencia del adulto o adulta o que realmente no se les está facilitando un espacio para ellos y no tienen porque sentarse y estar quietos como si fueran muebles.

    Y yo ahora que voy de hormonas hasta las orejas te puedes imaginar los días que tengo. Intento hablarlo con ella «hoy mamá tiene un día un poco pachucho» o «tienes que ayudarme porque mamá hoy está nerviosa» y al final reconocer todas que somos humanas y hay días mejores o peores, pero lo intentamos hacer lo mejor que podemos!

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  • el 06/04/2017 a las 11:53
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    Pues sí, no puedo estar más de acuerdo contigo. A mí me pasa muy a menudo por desgracia. Pago con los niños preocupaciones que nada tienen que ver con ellos y luego me siento fatal. Intento hablarlo con ellos para que entiendan que a veces los padres también tenemos mal día y me sorprende como ellos olvidan fácilmente nuestro mal comportamiento. Cuando mis hijos tienen un día «raro», de esos que no hablan mucho y van a la suya siempre intento no agobiarlos y pensar que yo también necesito a veces que me dejen en paz y no me hagan mil preguntas.

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